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El Hospice al servicio de la caridad«Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.» (1 Jn. 4,16)

Es muy común cuando nos disponemos a realizar una obra de caridad y de apostolado, nos comienzan a surgir múltiples interrogantes. Uno de ellos es tratar de encontrar respuesta a la pregunta cómo administrar la caridad y la otra, si guarda alguna relación nuestro obrar con la justicia, sabiendo que en teoría tenemos que “dar todo” de manera desinteresada. Cuando tenemos que administrar recursos propios y ajenos, cómo hacer para no caer en la prodigalidad y tampoco ceder a la propia miseria del egoísmo.

Estas son las preguntas que a diario me vengo haciendo estos diez años de servicio en el Hospice Madre Teresa en la ciudad de Luján. Estoy convencido que hay que iniciar un camino de aprendizaje espiritual que nos lleve a una madurez e integridad psicológica y espiritual que nos permita perseverar en la tarea de apostolado. En este crecimiento gradual vamos transformando poco a poco el Hospice-institución en Hospice-comunidad para dar paso de forma progresiva al Hospice-familia y Hospice-Iglesia.

El Hospice como comunidad-familia tiene un rol importante en la dimensión religioso-espiritual del enfermo y en la transformación de la sociedad para la humanización de la medicina en el final de la vida. Cada Hospice Católico animado por el Espíritu Santo debe encontrar en cada persona enferma el destino trascendente de su propia vocación.

Mucho se habla en la sociedad postmoderna de la solidaridad como uno de los valores esenciales pero no se la define o se la hace sinónimo de actividades sociales que nada tiene que ver con la verdadera solidaridad y están más relacionadas con el marketing.

El Hospice-Iglesia no debe renunciar a la justicia sabiendo que es parte de la caridad. Deben trabajar de manera incansable para educar, orientar y guiar a los enfermos y a sus familias para que reclamen sus derechos.

Cada Hospice no debe olvidar su vocación trascendente, su misión, su identidad y sus principios morales rectores y conductores del obrar diario. No debemos transformarnos en una institución más de la vida social y política, sino mantener en alto la identidad religiosa que no sólo nos inspira, sino que abandonados en Cristo, confiamos en la Divina Providencia. Las personas que hemos fundado el Hospice Madre Teresa venimos desarrollando un proceso dinámico de conversión del corazón, siguiendo a Cristo crucificado, para una plena realización de nuestra vocación trascendente.

Esta entrega hacia el bien común, buscando siempre el mayor bien del enfermo y su familia, es exigencia de nuestra propia naturaleza y de la caridad evangélica:

«De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido.»

Atte. Dr. Cristian Viaggio
Presidente

Esta entrada tiene un comentario
  1. Gracias por esta bella reflexión, por situar la vida y la actividad del Hospice en aquello que la identifica, y que comienza con la conversión personal y el seguimiento del Cristo Doliente, para resucitar con él a la vida eterna, para tener la certeza de que, como dice san Pablo, «los sufrimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que un día se nos revelará». Y vale, como bien lo señala el doctor Cristian Viaggio, en primer lugar para quienes han fundado y se hacen cargo de esta obra, y también para los que son atendidos por la misma.

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