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Hospice Madre Teresa: Solidaridad y Subsidiaridad

El Hospice Madre Teresa, agradece a Leonardo Boto, la gestión ante el Ministerio de Salud de la Nación del subsidio de $290.000 destinados a la Casa de la Divina Misericordia para continuar con las mejoras edilicias.

Aprovecho también, para hacer una breve reflexión sobre el “principio de subsidiaridad” y el “principio de gratuidad” en el que ha sido fundado el Hospice hace 10 años. Nuestra misión es “respetar, defender, amar y servir a la vida” hasta su fin natural. Nuestro objetivo es asistir y cuidar humanamente al enfermo durante el transcurso de su enfermedad a través de un verdadero humanismo, que reconoce en el hombre la imagen de Dios, ayudándolo a que viva la enfermedad conforme a esta dignidad.

Ayudamos a mejorar la calidad de vida de las personas enfermas de cáncer y sobre todo, promovemos los derechos de los enfermos: derecho a la vida, derecho a la salud, derecho a saber la verdad, derecho a ser escuchados, derecho al alivio del dolor y derecho a tomar sus propias decisiones.

Desde el Hospice Madre Teresa tratamos de llevar adelante el principio social de la solidaridad en el final de la vida a través de una respuesta comunitaria de responsabilidad compartida con las diferentes instituciones de ayuda social y también el Estado. La gratuidad en el servicio del Hospice sigue siendo para nosotros uno de los aspectos más importantes para trabajar por una sociedad más justa y equitativa. Actualmente la justicia que viene de la corriente utilitarista no alcanza para hacer justicia y no termina de equilibrar ni producir esa igualdad esencial que la justicia genera. Sabemos que la vida y la salud son bienes primarios de la persona, por lo tanto, no sólo tenemos la obligación moral de cuidar estos bienes, sino que, la vida y la salud de cada uno dependen también de la ayuda de los demás. Este principio de solidaridad obliga a la comunidad a garantizar a todos y cada uno los medios para acceder a los cuidados necesarios.

Una vez que entendemos que el principio de sociabilidad se deriva de la propia naturaleza humana, es necesario comprender que para la concreción del bien común, se necesita de la subsidiariedad. El principio de subsidiaridad establece que la comunidad debe ayudar más allí donde mayor es la necesidad, es decir, cuidar más a quién está más necesitado de cuidados, y gastar más con quien más enfermo está. El Estado es el primero que debe tutelar los bienes esenciales como la vida y la salud, sobre todo, en aquellos sectores más vulnerables y desprotegidos. La tarea del Estado en relación a estos bienes es la de valorar todas las iniciativas sociales que contribuyen al bien común poniéndose en una relación de colaboración y complementariedad que asegure la concreción del bien común.

El principio de subsidiaridad es una exigencia y un deber moral para la concreción del bien común, porque todos sabemos que: “la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre […], una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” [1].

Cristian Viaggio
Presidente

[1]BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Spe Salvi, n.38.

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