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Hermanos Maristas, Ex alumnos y Hospice Madre Teresa

Divina Misericordia

El sentido profundo de la consolación

Consolad a mi pueblo, dice el Señor… nos anuncia Isaías al inicio del capítulo 40; es el mensaje de un Dios misericordioso para con los que sufren las desdichas del destierro. La experiencia de destierro tiene muchas caras, necesidades, limitaciones extremas.

Nuestra experiencia de crecimiento en la fe tiene diferentes ritmos, incluso largos períodos de adormecimiento, divagaciones y hasta involución. Solemos enunciar a manera de explicación que, hemos sido atrapados por el activismo, la influencia de la sociedad en que estamos inmersos, el desengaño a causa de lo que vemos y experimentamos en el ámbito de nuestra religión, incluso, el no encontrar respuesta a situaciones de dolor y sufrimiento extremo, pero, la realidad es que nos cuesta aceptar nuestra responsabilidad de hacernos cargo de responder con generosidad a nuestra vocación humana -ni siquiera religiosa- de ser felices.

Nuestra capacidad de amar en plenitud permanece adormilada por la necesidad de compensaciones afectivas, el reconocimiento de créditos y éxitos personales. Estos ciertamente son válidos pero, el quedarnos en ellos nos puede limitar seriamente en nuestra vocación humana. Nuestro amor tiene que proyectarse en formas solidarias que, aunque pequeñas y desapercibidas, nos permite llegar a los demás de una manera insospechada.

De este modo nos podríamos dar cuenta que con poco se puede hacer mucho; desde nuestra escucha, el servicio sencillo y elemental, la sonrisa, la palabra de aliento oportuna, hasta el acompañar con la oración y la sola presencia en silencio, son oportunidades de sacar lo mejor de nosotros mismos.

Teresa de Calcuta daba una gran importancia a la oración y la predicación de un Dios misericordioso y compasivo; ciertamente una predicación desde la coherencia de vida de cada uno de nosotros. Aceptaba la presencia del dolor humano, las enfermedades, la pobreza, pero acentuaba que, la soledad y el abandono son hoy día el mayor desafío que tiene el hombre y la comunidad moderna. El aporte de alegría y esperanza, aun en las pequeñas cosas de cada día es, muchas veces, el mejor aporte personal que podemos hacer.

Ya próximos a comenzar la Semana Santa tuvimos la feliz oportunidad de visitar el Hospice Madre Teresa y contactarnos con aquellas personas que han hecho de su vida un permanente aporte de su tiempo y persona al acompañamiento sostenido y mitigante de procesos desencadenantes de numerosas personas, como también contención a sus familiares.

Participamos ex alumnos, algunos con hijos actualmente en el Colegio y, hermanos de la Comunidad Nuestra Señora de Luján.

El contacto, además de ser iluminador, nos permitió abrir nuestras mentes a esta realidad y al aporte desinteresado, alegre y voluntario de numerosas personas, por encima de las realidades y previsiones institucionales.

Hoy, Segundo domingo de Pascua quiero recordar esta Casa de la Divina Misericordia. Misericordia que tiene su profundo sentido redentor en la experiencia del dolor humano de Cristo que aceptó aproximarse, vivenciar, nuestra experiencia del dolor, limitación y vulnerabilidad. Pero también, desde su Resurrección, la esperanza futura de una felicidad que tiene su origen en la experiencia humana de vivir la entrega al otro, la aceptación de su realidad y la actitud solidaria de salir a su encuentro.

Una obra, que aún en lo edilicio, manifiesta la tarea del día a día de construir comunidad, servicio, contención y presencia cercana.

Que María, Nuestra Buena Madre, que inspiró a sanos como Teresa de Calcuta y Marcelino Champagnat, dar respuesta a las dolorosas necesidades de la sociedad que les tocó vivir, nos inspiren a encontrar la respuesta que Dios quiere de nosotros en bien de nuestros hermanos.

Con fraterno afecto,

Hno. Eduardo Gatti

Esta entrada tiene un comentario
  1. Muy buena la reflexión del entrañable amigo Hermano Eduardo Carlos Gatti Toledo, y también la foto con rostros conocidos de buenos amigos.
    Alabo a Dios porque desde la familia marista se integran a este hermoso acontecimiento que es el Hospice.

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