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"Lo característico del hombre no se pierde con la movilidad"

Testimonio de don Luis de Moya, sacerdote y médico tetrapléjico.

Más de 20 años después del accidente, sin movilidad en el cuerpo, pero con el alma muy activa. Recomiendo también sus libros, entre ellos «El coraje de vivir».

Ante la presencia de este sacerdote, que sigue realizando un apostolado de lo más intenso y alegre a pesar de la total limitación física, veo oportuno realizar una reflexión que pueda iluminar su testimonio.

La sociedad del bienestar, de la tecnología, del ‘avance ilimitado’, encuentra precisamente su límite en el misterio del dolor. Sigue presente la respuesta a la pregunta sobre su sentido. La contradicción, la enfermedad, la decepción, la pérdida de seres queridos, los fracasos, nos sitúan frente a un camino de alternativa: abandonar la fe y la confianza en Dios, o afianzarla y fortalecerla.

Y surge en el creyente la mirada al camino del Dios hecho hombre, JESÚS, que es el de la Pasión, y que se transformará luego en cruz victoriosa.

El sufrimiento da así, como resultado, un proceso de maduración, donde se alcanza la libertad interior a pesar del deterioro y la dependencia exterior. Más que lo que sucede, hay que descifrar por qué sucede. Y con qué actitud y respuesta lo afrontamos.

La razón nos ayuda. La fe mucho más todavía. Ella nos dice que nuestro dolor no es ni absurdo ni casual.

Así, iluminado por Dios, no nos dejará de costar. Pero tendremos la convicción que logramos más de lo que perdemos. Que no caminamos hacia el abismo o la nada. Que caminamos hacia Dios, nuestro origen y nuestra meta. Hacia la plenitud, con la certeza de ser amados y perdonados si nuestro corazón desea amar y perdonar.

– Hermano Antonio Ostojic

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