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Juan Pablo II y el rol del voluntario

Para ser voluntario cristiano no se puede ser sólo porque sí, sino que se requieren motivaciones debidas a profundas instancias éticas y morales. El voluntario cristiano además debe tener una capacidad de entrega y de fidelidad en lo cotidiano. En esta forma, el voluntario cristiano da el sentido a la vida, reencuentra los valores de la familia, de la comunidad, del vivir juntos, de favorecer el desarrollo, la justicia social y la paz. Actúa contra el egoísmo en apertura de voluntad y de corazón hacia el Bien Común.

No se puede ser voluntario espontáneamente, hay que procurarse la debida preparación, al entusiasmo del impulso inicial hay que unir un gradual y paciente camino de formación y perseverancia; y hay que notar que los jóvenes son en este ramo más sensibles a las necesidades humanas.

En todo caso, siempre se necesitará la pureza de motivación en un compromiso cristiano, una voluntad precisa y determinada; se exigirá virtud, ser fruto de una selección y obtener un acompañamiento.

El voluntariado cristiano no procede de una manera meramente natural, se necesita elevar la filantropía a la altura de la caridad de Cristo y así reconquistar la conciencia de la dignidad de cada hombre e ir descubriendo nuevos caminos que se irán imponiendo de acuerdo a las diversas urgencias. Así se llegará a la Solidaridad cristiana.

El cristiano vive el voluntariado como don gratuito para servir a Cristo, tal como Cristo ha servido. Se trata de la gratuidad de la caridad. Las múltiples formas de voluntariado dimanan de la misma fuente, Cristo.

El voluntario cristiano, signo de la caridad, está profundamente unido al corazón de Cristo y del Padre, que lo acoge aunque obre sin exponerse. El voluntariado y la misericordia son la misma cosa: ver a Cristo en el pobre. Es el anuncio vivo y constante de la presencia de Cristo que camina siempre con la humani­dad.

Atte. Gastón Colaprete
Vicepresidente

Esta entrada tiene un comentario
  1. Qué hermoso todo lo que me hacen llegar, abundante, completo. Viendo los textos y las fotos, los textos de Cristian, de María Celeste, de Julia y este último de Gastón. Gracias a Dios por todo lo que realiza por medio de ustedes y de todos los que participan de esta «epopeya cristiana», por su fuerza que se vale de nuestra debilidad. Y también me gustó ver en una foto a la bella amiga co-fundadora, Paulita Olaizola.
    Hay expresiones muy ricas como «unidos a Cristo», «construir con el corazón», «ayuda mutua».
    Si me permiten, agrego una reflexión. Nosotros seguimos a ALGUIEN que sufrió y murió, pero resucitó. No es el Evangelio de la prosperidad o del «pare de sufrir», sino el de ir descubriendo cada paso del Misterio por nuestras vidas, que siempre incluye, también, el sufrimiento, al que Cristo ha dado sentido pleno.
    Pienso que los más grandes milagros que Jesús nos regala a través del Hospice, a través de ustedes, es la sanación espiritual, interior, la más importante. Y regala nuestra propia conversión por la entrega, por la fraternidad, y nos regala el abandono en su Corazón y en sus brazos, tanto de los enfermos atendidos como de nosotros mismos. Habiendo surgido frente a JESÚS EUCARISTÍA, y siendo obra de Él en nosotros y por medio nuestro, la fecundidad está asegurada. Un abrazo a todos.

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