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Las grandes acciones humanitarias de la Madre Teresa de Calcuta han dejado una marca imborrable en su nombre, que hoy resuena como un indiscutido sinónimo de ayuda, acompañamiento y solidaridad hacia los más desamparados y desprotegidos.

En conmemoración a su excelente labor social, en 1998 el Gobierno Nacional de nuestro país instauró mediante el Decreto 982/98 la celebración del «Día Nacional de la Solidaridad» cada 26 de agosto, con el objetivo de promover la solidaridad, la responsabilidad social y la participación ciudadana.

Si bien esta fecha no coincide con el «Día Internacional de la Solidaridad», declarado por la ONU el 20 de diciembre, en esta fecha se reconoce también a la solidaridad «como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales en el siglo XXI y para que quienes sufren o tienen menos se beneficien de la ayuda de los más acomodados».

Un breve repaso sobre la vida de la Madre Teresa de Calcuta

Agnes Gonxha Bojaxhiu, nació en Macedonia el 26 de agosto de 1910 y con tan solo 18 años de edad ya había descubierto su vocación religiosa. Así, en 1928 ingresó a la Orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto, donde adopta el nombre de «Teresa» en honor a la santa patrona de los misioneros, Teresa de Lisieux.

Ya radicada en la India, comenzó a experimentar una profunda compasión y empatía por las personas más humildes, enfermas y abandonadas de la ciudad. Por lo que decidió abandonar su trabajo educativo y solicitar permiso a su Arzobispo para asistir a los más necesitados.

Hacia el año 1950 comenzó a trabajar en las «Misioneras de la Caridad», su propia congregación, que tenía como misión cuidar a “los hambrientos, los desnudos, los que no tienen hogar, los lisiados, los ciegos, los leprosos, toda esa gente que se siente inútil, no amada, o desprotegida por la sociedad, gente que se ha convertido en una carga para la sociedad y que son rechazados por todos”.

Su gran bondad y solidaridad no solo es recordada luego de su fallecimiento el 5 de septiembre de 1997 a los 87 años, sino que fue homenajeada en vida y reconocida con el Premio Nobel de la Paz (1979) y con el Bharat Ratna (1980), el galardón civil más prestigioso de la India.

A seis años de su muerte, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en 2003, y en 2016 fue santificada bajo el pontificado del Papa Francisco.

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