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Bioética y Misericordia de Dios

El anuncio esencial de la bioética es al amor, respeto y protección debido a toda persona, se nutre en la fuente de la infinita misericordia de Dios, de Jesús «rico en misericordia».

También la denuncia, que no nos hace jueces implacables de las personas, sino testigos de misericordia para todas las situaciones en que hemos pecado y ofendido a Dios contra la vida del hermano o hermana. Lo nuestro debe ser constructivo, integrador, plenificador.
Dios quiere para todos y cada uno vida abundante, realización de la vocación, de su proyecto sanador y grande, de su llamado.

En ese marco y con ese telón de fondo se sitúa el respeto pleno e irrestricto a toda persona y a su vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Y porque somos hijos, primero de Dios Padre, y también de nuestros padres, nos merecemos lo mejor. Somos así hermanos en una enorme familia, en Jesús Dios Hijo y hermano Unigénito y Primogénito, en María Madre de Jesús y madre universal, y en el Espíritu Santo que es Vida y Amor.

Esta verdad tan hermosa nos impulsa a amar toda vida humana. Humanismo, humanidad, y también nuestra identidad cristiana, se unen en este amor a favor de la vida.

Hay mucho pecado contra la persona y su vida. Pero la misericordia de Dios es infinita y, si queremos y damos los pasos, nos sana y perdona. Se trata de aceptar esa misericordia, de pedir perdón en el sacramento de la Reconciliación, y de reparar todo lo que podamos.

El doctor Bernard Nathanson cuenta en su libro autobiográfico «La mano de Dios» (que sugiero y pido conseguir, comprar y leer) que fue responsable de más de 60.000 abortos en dos años en sus «clínicas» abortivas, y que él personalmente realizó más de 5.000. En su camino de conversión se transformó en paradigma de la protección a los bebés por nacer. Se hizo bautizar y luego afirmaba: «Me siento como un niño recién nacido, inocente, perdonado».

La bioética nos hace reconocer la dignidad inalienable de todo ser humano, de toda persona, y lo hacemos vida y acción concreta siempre, hacia todos, en todo momento, en especial en el amanecer de la vida y en su ocaso, atardecer.

Nuestra felicidad se dará en la entrega a esta causa grande y noble, en darlo todo, en darnos por entero.

Jesús y María bendigan esta reflexión y a quienes la lean, y así podamos todos decir con nuestra palabra, pero sobre todo con nuestras obras: «Señor, aquí me tenés, estoy dispuesto».

Hermano Antonio Ostojic

Esta entrada tiene 2 comentarios
  1. Amigo Antonio!!! Qué hermosa descripción has realizado sobre cada una de las secciones que conforman el News!! No tengo más que agradecerte por tu excelente predisposición para con nosotros y, además, por la claridad y transparencia de tus artículos que tanto llegan a las personas!! Es un honor para nosotros contar con tus notas!! Cariños de parte de cada uno de los integrantes del Hospice!

  2. Agradezco el envío y agradezco que María Celeste me haya invitado a hacer una reflexión.
    Muy lindos todos los artículos y reflexiones.
    – Ecce Homo, «Ahí tienen al hombre», buenísimo, del buen amigo Gastón.
    – «La casa no se detiene», donde María Celeste nos informa de los avances breve y claramente.
    – El testimonio tan sentido y movilizador de Mabel Cantón.
    – «Encuentro Renacer», sabiamente descriptivo por parte de la Licenciada Lorena Etcheverry.
    – «HMT, comunidad al servicio del que sufre», de Cristian, con el logro de acentuar el aspecto comunitario y eclesial y la iluminación con el rico Magisterio de la Iglesia.
    Muchas gracias ustedes por el hermoso correo y, sobre todo por el anuncio y testimonio viviente que significan ustedes mismos.
    Jesús y María, y Teresa de Calcuta, nos bendigan.

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