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Ética del voluntariado: para continuar reflexionando

En diciembre de 2001, al terminar el “Año Internacional del Voluntariado” proclamado por la ONU, Juan Pablo II dirige un mensaje a los voluntarios que considero importante citar:

“¿Qué impulsa a un voluntario a dedicar su vida a los demás? Ante todo, el ímpetu innato del corazón, que estimula a todo ser humano a ayudar a sus semejantes. Se trata casi de una ley de existencia, cuando logra dar gratuitamente algo de sí a los demás. Precisamente por eso el voluntariado constituye un factor peculiar de humanización: gracias a las diversas formas de solidaridad y servicio que promueve y concreta, hace que la sociedad esté más atenta a la dignidad del hombre y a sus múltiples expectativas. A través de la actividad que lleva a cabo, el voluntariado llega a experimentar que la criatura humana sólo se realiza plenamente a sí misma si ama y se entrega a los demás.”1

“Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nos comunica la razón profunda de esta experiencia humana universal. Al manifestar el rostro de Dios, que es amor (Cf. 1 Juan 4, 8), revela al hombre el amor como ley suprema del ser. Durante su vida terrena Jesús hizo visible la ternura divina, despojándose ‘a sí mismo, tomando condición de siervo y haciéndose semejante a los hombres’ (Efesios 5, 2). […] Siguiendo sus huellas, la Iglesia durante estos dos milenios no ha dejado de testimoniar este amor, escribiendo páginas edificantes gracias a Santos y Santas que han marcado la historia. Pienso en los más recientes, en San Maximiliano Kolbe, que se sacrificó para salvar la vida de un padre de familia, y en la Madre Teresa de Calcuta, que se dedicó a los más pobres de entre los pobres.” 2
“No se trata de satisfacer únicamente las necesidades materiales del prójimo, como el hambre, la sed, la carencia de vivienda y la asistencia médica, sino de llevarlo a experimentar de modo personal la caridad de Dios. A través del voluntariado, el cristiano se convierte en testigo de esa caridad divina; la anuncia y la hace tangible con intervenciones valientes y proféticas. […] El voluntariado está llamado a ser en todo caso escuela de vida, especialmente para los jóvenes, contribuyendo a educarlos en una cultura de solidaridad y acogida, abierta a la entrega gratuita de sí.”3

Atte. Dr. Cristian Viaggio.

1 Traducción proporcionada por el Consejo Pontificio «Cor Unum», Vaticano, 5 de diciembre de 2001: Fuente.
2 Ibidem.
3 Ibidem.

Esta entrada tiene un comentario
  1. Cristian, gracias por la reflexión y por tu entrega, que es gracia, don y respuesta. Te esperamos, Dios mediante, este año junto con Betina y tus hijos, y con la Hermano Lugo por tierras mendocinas, para que Dios se digne abrir nuestros ojos y corazón hacia la familia fecunda, la paternidad y maternidad responsable, pero también generosa, los métodos naturales, etc. Me salí del tema, pero el voluntariado es tan amplio, y ese tema tambén entra en el mismo. Que Jesús, María, José, la Sagrada Familia betlehemita y nazaretana, nos bendigan a todos.

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