Saltear al contenido principal

Compartimos la reflexión de Laura Conde, coordinadora del voluntariado del Hospice Madre Teresa, sobre los aprendizajes más profundos del 2024.

«El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio, y el fruto del servicio es la paz.»
Madre Teresa de Calcuta.

El mayor aprendizaje de este 2024 creo que fue entender que, muchas veces, el silencio es imprescindible para escuchar nuestro corazón, para escuchar a los demás y comprender qué necesitan de nosotros. Ese silencio nos invita a unirnos en oración y tener fe en que todo es posible cuando lo hacemos con amor profundo.

El 2024 fue un año intenso, lleno de actividades que nos demandaron más tiempo, dedicación y compromiso que nunca. Sin embargo, la misericordia divina nos envió a muchos nuevos voluntarios, llenos de energía y ganas de participar. Gracias a ellos, superamos cada dificultad. Entendimos que, con buena comunicación, siempre hay alguien dispuesto a ayudar cuando uno lo necesita. Cada vez más personas de nuestra comunidad conocen y valoran nuestra labor, lo que nos llena de alegría y gratitud.

Este año hicimos nuestra esa frase de la Santa Madre Teresa que dice:
«Que nadie venga a ti sin irse mejor y más feliz.»

Con nuestras diferencias, los voluntarios logramos formar un gran equipo que sigue creciendo día a día. Este crecimiento no solo nos ha fortalecido para realizar las tareas de la casa, sino que también ha permitido que nuestros huéspedes y sus familias reciban todo lo que necesitan. Una vez más, superamos nuestras expectativas, acompañando con amor a nuestros huéspedes en el final de su vida.

Cada evento del 2024 nos demostró que la comunidad está cada vez más a nuestro lado.
La Misa de la Luz fue una muestra de que nuestro trabajo vale la pena, que cada palabra, gesto y acto de amor realmente marcan la diferencia.

¿Es una tarea fácil? No…
Pero es una tarea tan gratificante que vale cada esfuerzo, sobre todo cuando contamos con un gran equipo que nos acompaña.

El voluntariado en el Hospice me ha enseñado tantas cosas… pero, sobre todo, me ayuda a ser mejor persona cada día, a valorar las pequeñas cosas, a dar un nuevo significado a mi vida y, también, a mi muerte.

Mi deseo para el 2025 es que más voluntarios se sumen a esta causa.

Quisiera transmitir mi entusiasmo diciéndoles que nosotros recibimos mucho más de lo que damos. Puedo afirmar con certeza que servir a quienes sufren llena mi alma de paz.

María Laura Conde

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *