Saltear al contenido principal

Decía Aristóteles: "El bien es el fin de todas las acciones del hombre".

En los últimos tiempos, el bien y el mal han sido temas de discusión en muchos ámbitos. Hoy se discute sobre qué cosas son buenas y qué cosas son malas. Pero ¿cuál es el criterio correcto para discernir entre el bien y el mal?

El bien y el mal son diferencias del acto de la voluntad, porque el bien y el mal de por sí pertenecen a la voluntad, como lo verdadero y lo falso a la razón. Lo importante es entender que cada acción que realizamos debería estar dirigida siempre en la búsqueda del bien.

Dice el Sal 4,6-7: «¿Quién nos mostrará el bien? Sobre nosotros ha sido impresa como un sello la luz de tu rostro, Señor». Como si dijera: «La luz de la razón que hay en nosotros puede mostrarnos el bien y regular nuestra voluntad, en la medida que es la luz de tu rostro, esto es, procedente de tu rostro». Por consiguiente, es claro que la bondad de la voluntad humana depende mucho más de la ley eterna que de la razón humana y, cuando falla la razón humana, se debe recurrir a la ley eterna.

El debate está sobre la mesa y es preciso enfrentarlo. Aquí algunas consideraciones claras por lo cual es tan gratificante para el hombre elegir el camino del bien. La Odontóloga Roxana E. Stasiow realiza un interesante análisis sobre la diferenciación entre el bien y el mal en al ámbito biomédico.

Hacer el bien y evitar el mal

Principio común para todos los hombres y exigencia ética fundamental

Dos hechos -la inyección de células tumorales vivas en ancianos (Brooklin, EEUU, 1963) y la inyección de virus de hepatitis a niños discapacitados (Nueva York, EEUU, 1965-1971)- determinaron la necesidad de establecer normas en el campo de la actividad biomédica.1

Los principios bioéticos son máximas generales que permiten el análisis de las complejas situaciones que se presentan en el ámbito de la salud. Algunos prefieren regir sus decisiones siguiendo los principios principialistas (beneficencia/no maleficencia, autonomía y justicia); otros, en cambio, prefieren los preceptos de la Bioética Personalista (defensa de la vida física, libertad/responsabilidad, totalidad/terapéutico y socialidad/subsidiariedad).

Más allá del sistema de principios por el cual se opte, cuando se debe tomar una decisión que compromete la vida, la salud o la integridad de una persona, primero, es preciso analizar cuidadosamente el hecho médico en sí mismo y comprobar la veracidad de cada una de las alternativas que se nos presentan como posibles soluciones. Después, se debe examinar qué valores están en juego y, finalmente, la solución que surja como adecuada, debe considerar todos y cada uno de los derechos humanos fundamentales y respetar todas las confesiones religiosas.

Resolver si una intervención biomédica es lícita o ilícita no es una cuestión de acalorados debates. Lo que es bueno o malo no se determina por consenso mayoritario, porque la verdad siempre resulta luego de un análisis racional y toda decisión que se tome debe tener fundamento en ella. Cuidar la vida de las personas exige tener que actuar con responsabilidad.

«Hacer el bien y evitar el mal» es el principio que, por universal, puede guiar toda reflexión y permitir que se logren acuerdos aún ante opiniones diferentes y distantes.

Roxana E. Stasiow(*)

(*) Roxana E. Stasiow es Odontóloga (UBA), Magister en Gerencia y Administración de Sistemas y Servicios de Salud (UF) y Especialista en Organización y Administración de Sistemas de Salud (COPBA/UNLP).

Atte. Gastón Colaprete
Vicepresidente y Coordinador de Voluntarios

1SGRECCIA, Elio. “Orígenes, difusión y definición de la Bioética”, Editorial Diana, Primera Edición, México, 1994, cap. I, p.17.

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *